Conservación de los Recuerdos.
Los famas para conservar sus recuerdos proceden a embalsamarlos en la
siguiente forma: Luego de fijado el recuerdo con pelos y señales, lo
envuelven de pies a cabeza en una sábana negra y lo colocan parado contra
la pared de la sala, con un cartelito que dice: «Excursión a Quilmes», o:
«Frank Sinatra».
Los cronopios, en cambio, esos seres desordenados y tibios, dejan los
recuerdos sueltos por la casa, entre alegres gritos, y ellos andan por el
medio y cuando pasa corriendo uno, lo acarician con suavidad y le dicen:
«No vayas a lastimarte», y también: «Cuidado con los escalones.» Es por
eso que las casas de los famas son ordenadas y silenciosas, mientras en las
de los cronopios hay gran bulla y puertas que golpean. Los vecinos se
quejan siempre de los cronopios, y los famas mueven la cabeza
comprensivamente y van a ver si las etiquetas están todas en su sitio.
Julio Cortázar.
Quizás el error más franco fue aceptar que eramos un cronopio y tu un fama, que olvidó poner etiquetas, porque quería desconocer, que abundaban más las sábanas que cualquier señal. Quizás fue porque empecé a contarle historias a mis recuerdos, además de las múltiples advertencias para que no se lastimaran. Tal vez se confundieron y quisieron ser más como esas historias que como ellos mismos, y así derrepente ficción, hermosa ficción que se mezcla con la realidad burda de mis recuerdos y yo así mirarlos y sonreír con las patitas de gallo al lado de los ojos y estos mirando hacia el piso, tomar a la Rosita y cantarles una canción.