juntaría todas las pelusas de mi chaleco gris, las recolectaría y tejería una escalera poco firme, que oscilara como columpio mientras suba, mientras me acerque de a poquito a esa estrella que veo cuando camino de noche, que me acompañen trompetas y violines mientras viajo y me encamino para ver, para ver cómo camina, finge sonrisas, cómo se cae, y cómo desempeña ese rol fundamental para cualquier aleteo, para cualquier casualidad... y bailar, bailar despacito allá, sin que nadie vea, sin que nadie sospeche, y dormir un ratito para tener cuentos que contar mañana.