sábado, 14 de agosto de 2010

places


acababa siendo lo mismo pero en una dirección contraria. la noche era algo fría pero el tren traía gente de todas partes de Santiago, linea roja y abundan las chaquetas negras con los ojos rápidos moviéndose de izquierda a derecha viendo caras, folletos, escaleras y muros en una mirada confusa y fugaz. derrepente empieza un desapego, claro, sentirnos con la idea de querer liberarse de todas las cosas que uno lleva encima. convinación linea 4. cambia la canción, los párpados caídos, ausencias... que no sé, que depende, que no me agradó, simplemente no me sentía conforme. simón bolivar, un día planee llevarte ahí, que nunca supiste es claro, cuántas cosas que nunca supiste... y seguía el tren, la próxima estación era la mía. de pronto al bajar con muchos pies apresurados, diferentes pasos dejando ver sus miedos y actitudes, el tipo de la derecha ojos bien abiertos, jeans medios caidos, un poleron verde, hombros bien derechos moviendo los brazos de un lado, que cuando una mano estaba al frente, la otra iba detrás casi persiguiendolo. la mujer de al frente, pañuelo azul, blusa blanca, pantalones negros, las manos pegadas a su cadera, mira el reloj, que lo mira que lo detiene porque quiere, pero sigue de todos modos. y ahí van pasaría toda la noche describiendolos, adivinandolos, descubriendolos. pero esta vez, me dieron unas ganas de devolverme e ir a esos lugares que tanto me gustan y que hace mucho que no visito. para algunos deben parecer normales y sin ningun lujo. sólo me gustan. bosque de lican ray, dunas de reñaca, parque de quinta normal, playa totoralillo, carretera del sur, estación de san francisco, parque de rinconada, calle que camino cuando tomo la 419, nogal de mi abuela, cerro san cristobal, puente al lado de la santa maría, el piso más alto de el edificio que alguna vez se quemó al lado del cerro san cristóbal, bellas artes. hay más, muchas más, pero lamentablemente nunca recuerdo sus nombres, me preocupo tanto de lo que tienen o las increíbles sensaciones que paso ahí que me preocupo poco del nombre que un tipo se le ocurrió otorgarle por tal vez qué razones que nunca calzarían con las mías. derrepente tuve ganas de que fuera de día a esa hora que me encanta, por ahí por las 4 en invierno, y de 3 a 7 en verano, esas horas me encantan, el sol le da el brillo necesario a las cosas, hay brisa derrepente y me siento bien. recorrer todos esos lugares a esas horas, eso quería, los tenía abandonados, y sentía un vacío que pensaba que podía rellenarlos con esas sensaciones magnifique. y encontrarnos, encontrarme derrepente sin saber porqué, teniendo en cuenta que cada uno de esos lugares tiene una escencia mía que todos los que pasan o están en aquel lugar desconocen... se queda con algo simple de uno como el nombre o la forma de caminar, después de unos días se olvida hasta que vuelves a regresar.