jueves, 9 de septiembre de 2010
Sos un grande
Y aveces de viaje en viaje, de paso en pasos ligeros entre calles suaves y olvidadas con rostros desconocidos y pasajeros vamos recorriendo el mundo de a poco, y vamos conociendonos de a poco las manos, los ojos y los pies. Lo que cuesta es quedarse, desempacar las maletas y aferrarte a algo estable, como todos. Y cómo quieres huir de eso, lo sé. Quizás la rutina se apodere de a poco de tu cordura, pero tu alma de aventurero no te la quita nadie, se delata en tus ojos o cuando pisas con delicadeza las olas del mar, te arrugas... te pones viejo. Va bien así, no nos contenemos de ninguna forma para sentir o alcanzar algo que muchas veces nos parece lejano, y esas son las cosas que fui aprendiendo cuando estaba sobre tus piernas mientras hacías voces de caballo y caras chistosas, con tu camisa a cuadros y un pucho en la espera encima de tu oreja, con las canas bien puestas tata, y las manos gruesas con dedos extraños. Ibas en las tardes a comprarme dulces al "diente de oro" pero ahora puedo ir por mi cuenta. Y cómo te gustaba llevarme al campo, me decías de plantas, caballos y cerros. Te convertías en eso, un aventurero para mi, como hasta ahora, tata.